Enrique
M. Rovirosa
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Tal y como lo pronosticaban la mayoría
de los analistas económicos, el IV Informe
de Gobierno del Presidente Vicente Fox, no presentó
ningún aspecto fuera de lo esperado en
cuanto al contenido de información económica
salvo quizá, el punto relacionado al
anuncio que hiciera sobre el descubrimiento
de muy importantes yacimientos de petróleo
en el Golfo de México. Noticia que por
cierto, según el periódico La
Jornada, se contradice con el reporte que envió
Pemex a la Bolsa Mexicana de Valores el mismo
día primero de septiembre, cinco horas
antes de que presentara su informe el Presidente,
en el que dice que pese a que se han identificado
estructuras geológicas con un potencial
o recurso prospectivo en el Golfo de México
profundo, "'no representan ni afectan en
absoluto las reservas probadas de hidrocarburos
que se han informado en el reporte anual y en
la forma 20-F" que fueron presentados ante
la propia Bolsa y la U.S. Securities and Exchange
Commission, respectivamente.
Lo más sobresaliente en esta ocasión
fue -como ha sucedido en los últimos
años- el ambiente boxístico a
lo largo de toda la presentación que
hiciera el primer mandatario. Una vez más,
lo que debería ser un auténtico
ejercicio democrático de rendición
de cuentas, se convirtió en un espectáculo
grotesco por parte de todas y cada una de las
facciones partidistas, que no puede calificarse
de otra manera sino como verdaderamente deprimente.
Si bien las interpelaciones basadas en juicios
objetivos pudieran entenderse, no hay nada que
justifique los insultos y excesos con que se
comportaron algunos legisladores.
Ya es un hecho consumado que el formato del
Informe de Gobierno no puede seguir dándose
en el mismo tenor con el que vino haciéndose
por décadas. Hoy día, los tiempos
y las formas ya no lo justifican. Los resultados
no benefician a nadie y debe entenderse que
lo que otrora fuera una ocasión para
dar lucimiento y rendir culto a la figura presidencial,
en la actualidad resulta contrario a la voluntad
de las mayorías por lo que debe sustituirse
por una mecánica que refleje la fuerza
de nuestra democracia y la capacidad para una
buena convivencia en un contexto de pluralismo
ideológico.
La rendición de cuentas del poder ejecutivo
ante el legislativo no debe desaparecer. Es
indispensable que este acto republicano, se
continué bajo condiciones de respeto
mutuo. Esto significa que el Ejecutivo debe
cumplir con la función de informar no
sólo aquello que le haga lucir bien ante
la sociedad, sino hacerlo en un marco de referencia
que permita evaluar el grado de cumplimiento
a aquellos compromisos previamente establecidos
en todos los órdenes.
Hasta ahora, resulta muy cómodo para
el Ejecutivo presentarse ante el Congreso y
decir por ejemplo, que los niveles de pobreza
extrema en el país han disminuido significativamente.
Y que esto lo avala un organismo internacional
como lo es Banco Mundial. Sin embargo, también
sería importante que obligadamente mencionara
otros indicadores de relevancia al tema como
son: ¿Qué sucede con los cientos
de miles de compatriotas que arriesgan cada
año su vida para cruzar a los Estados
Unidos en busca de oportunidades que no hemos
sido capaces de ofrecerles en nuestro país?
o ¿Qué papel están desempeñando
los miles de millones de dólares que
envían los mexicanos en el extranjero
cada año para mitigar las condiciones
de pobreza de aquellos familiares que se vieron
obligados a abandonar de este lado de la frontera?
Por otra parte, el contenido del informe debe
revisarse también para incluir aquellos
temas que el Ejecutivo en ocasiones prefiere
omitir o mencionar de manera muy breve. Así,
por ejemplo, los resultados sobre el combate
a la corrupción en los diferentes niveles
debiera ser tema obligado. ¿Que pasa
con las miles de denuncias que se hacen contra
funcionarios corruptos? ¿En que plazos
son atendidas y resueltas? ¿Cuantas de
las denuncias se consignan? ¿Cuáles
son los niveles de los acusados y consignados?
¿Cuáles las penalizaciones que
se aplican y por cuanto tiempo?
Adicionalmente, debe encontrarse un formato
que permita a los representantes legislativos
plantear cuestionamientos directos al Ejecutivo.
Esto, además de evitar las interpelaciones
espontáneas sería una verdadera
muestra del equilibrio de poderes que se pretende
sea la característica del nuevo sistema
político en nuestro país.
En el mundo de hoy, la apertura comercial y
la globalización han traído consigo
fuertes retos que obligan a todos adoptar nuevos
esquemas de trabajo y entendimiento. La clase
política de México no puede seguir
eludiendo su responsabilidad a estas exigencias.
Efectuar los cambio y ajustes al formato del
Informe de Gobierno es lo menos que estan obligados
a realizar lo antes posible, por el bien de
la sociedad y la continuidad del proceso democrático.
Viernes 3
de septiembre de 2004. |