Enrique
M. Rovirosa
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Senadora
Dulce María Sauri Riancho (PRI) |
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El día de ayer, el Senado de la República
tomó la histórica decisión
de rechazar por mayoría absoluta la propuesta
de Reforma a los artículos 59 y 116 de
la Constitución mexicana, misma que tenía
por objeto permitir la reelección inmediata
de diputados federales y locales hasta por tres
períodos consecutivos, y la de senadores
por una legislatura adicional. A este respecto,
no podemos menos que manifestar nuestro beneplácito
pues, estamos convencidos que lo más
conveniente para el país en estos momentos
es mantener la no-reelección.
Y es que por más que se diga que el
objeto de la reforma es profesionalizar el Legislativo
al permitir que sus integrantes puedan labrarse
una carrera política plena dentro de
este poder y, con ello, que sea la propia ciudadanía
quien les cobre las cuentas por promesas incumplidas
o los premie con la reelección en las
urnas, la verdad es que la clase política
conoce perfectamente cual es la opinión
que prevalece en la mayoría de los mexicanos
pues, no hay encuesta de opinión que
no arroje como resultado que su credibilidad
está por los suelos.
La ciudadanía no sólo castiga
a los malos políticos a través
del voto sino que está ávida de
justicia para que se acabe la impunidad y se
aplique el rigor de las leyes que existen sobre
aquellos que incurren en todo tipo de corruptelas.
Si los partidos políticos llevaran a
cabo verdaderas reformas a su interior para
garantizar que quienes contienden por los puestos
de elección sean personas decentes y
comprometidas con aquellos postulados que utilizan
como bandera a lo largo de sus campañas
políticas, entonces si veríamos
“un Congreso fuerte, legisladores fuertes,
capaces de jugársele por el país”
tal y como pregonan algunos que se tendría
como resultado, de autorizarse la reelección.
Pero mientras los partidos no efectúen
dichos cambios, lo único que si garantiza
la reelección es darle la oportunidad
de permanencia en el poder a un buen número
de políticos ineptos y corruptos cuyo
único afán es velar por sus intereses
personales o de grupo, tal y como ya lo han
demostrado muchos de ellos en los últimos
años. Por esto no está por demás
recordar que una persona seria, profesional
y con valores morales bien arraigados no necesita
que le garanticen que puede reelegirse para
comprometerse a hacer un buen trabajo. Y es
que una persona honesta y fiel a sus convicciones
siempre pondrá por delante su mejor esfuerzo
ya sea que trabaje como obrero, carpintero,
mecánico, enfermero, soldado o médico,
por mencionar sólo algunos ejemplos.
En cambio, quien no tenga estas cualidades,
tarde o temprano va a demostrar sus limitantes
en cuanto a carácter, entrega y verdaderas
intenciones.
Si bien el telón de la reelección
ya se cerró en la cámara de Senadores,
la comedia aún no termina. Es un hecho
que el tema surgirá nuevamente en los
foros sobre la Reforma de Estado que impulsan
las diversas corrientes políticas del
país. Solo resta esperar que mientras
esto sucede, se abran oportunidades a la sociedad
para que pueda opinar y participar en los debates
en torno a éste y otros temas de trascendencia.
Temas que hasta ahora, están circunscritos
a los propios políticos y sus grupos
de simpatizantes. Y esto, por más que
se quiera convencer de lo contrario, no es la
manera de hacer las cosas en una verdadera democracia.
Viernes 11
de febrero de 2005. |