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Enrique M. Rovirosa

 

¿Sabía usted que el internacionalmente célebre libro de récords Guinness alcanza ventas anuales por alrededor de 100 millones de ejemplares? ¿Y que el hecho de distribuirse en más de 100 países y en 37 idiomas, lo convierten en la edición más exitosa de la historia mundial, sólo superado por la Biblia y el Corán? Como ya es de todos conocido, este libro contiene narraciones sobre las cosas más increíbles que pasan en nuestro planeta. Y cada año, la organización encargada de llevar su registro, recibe un alud de solicitudes para que incluya todo tipo de hechos sorprendentes e insólitos.

Pues bien, creemos que ya es tiempo para que alguien proponga incluir en este texto el tema sobre las tarifas eléctricas en Mexicali. Y es que seguramente debe ser un récord mundial que hayan transcurrido 30 años o más de discusiones y análisis continuos sobre un mismo problema -de características no científicas o paranormales- sin que se haya logrado obtener una debida explicación del porqué del mismo y, menos aún, sin que se le haya encontrado solución.

Presidentes de la Republica, Gobernadores, Senadores, Diputados y Presidentes Municipales, año con año, desfilan por la entidad jurando y perjurando que van a encontrar una solución definitiva y, sin embargo, el problema persiste. Y mientras tanto, cada verano una parte cada vez más importante de la población de este municipio se ve ante la disyuntiva entre pagar los recibos de luz o dejar de comer.

En 2004, un estudio realizado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), denominado “Impacto del Consumo Eléctrico en la Economía Familiar en Mexicali, B.C.”, reveló que familias con ingreso promedio de apenas un salario mínimo mensual, destinaron el 53% del mismo para pagar su consumo de luz en verano al consumir un promedio de 659 kwh. Las de dos salarios mínimos al mes destinaron 27%, al tener consumos promedio de 865 kwh. Este grupo representaba el 12% de la población. Las familias con ingresos de 2 a 3.5 veces el salario mínimo mensual utilizaron el 15% del mismo al promediar consumos de 887 kwh. Aquellas con ingresos de 3.5 a 5 salarios mínimos al mes destinaron el 13% al consumir en promedio 1,046 kwh. El grupo de 2 a 5 salarios mínimos representaron el 40% de la población. Quienes obtiuvieron de 5 a 10 salarios mínimos destinaron entre el 8 y 9% al tener consumos promedio de 1500 kwh y representaron el 20% de la población.

El problema anterior no sólo se padeció en el verano sino que se hizo extensivo también a los meses de invierno. Familias con ingresos de hasta un salario mínimo mensual, de 1 a 2 salarios y de 2 a 3.5 salarios destinaron en promedio el 41, 17 y 9%, respectivamente, de su ingreso mensual al pago de sus recibos de luz en esta temporada.

Los datos anteriores, contrastan drásticamente con el promedio del ingreso que el resto de las familias mexicanas destinaban para este fin y que era del 2.7% mensual, según cifras que se tenían hasta antes de la reducción de los subsidios a las tarifas eléctricas residenciales a partir del 7 de febrero del 2002.

El alto consumo de luz en la región no obedece a consumos suntuarios, desperdicios o caprichos sino a las altas temperaturas que se registran en el verano. Mexicali, por sus características desérticas y de elevación (tres metros por debajo del nivel del mar), llega a tener temperaturas máximas de hasta 49° C, durante al menos 8 horas al día, en el verano. Y la única manera de soportar estas inclemencias del tiempo, es mediante el uso de aparatos de ventilación y refrigeración, a lo largo de seis meses.

Es un hecho que cada verano Mexicali se ve afectada en su economía por la extracción de recursos económicos que implican los pagos de los consumidores a la Comisión Federal de Electricidad. Efectos que se traducen en una ciclo recesivo para el sector comercial y de servicios que si bien no ha sido cuantificado debidamente, no por ello deja de presentarse.

Estas y otras explicaciones se han repetido hasta al cansancio de tal suerte que, por décadas se ha venido aplicando una solución parcial mediante el otorgamiento de subsidios que si bien es cierto han contribuido a aliviar la situación de muchos consumidores residenciales, también lo es que han resultado ser insuficientes e inequitativos.

La solución a las demandas de la población es que el Estado reconozca lo que es evidente para todos: aplicar una tarifa diferenciada en la región que resuelva de una vez por todas, el problema de los altos pagos por consumo de energía eléctrica en el verano. Ello, además de ser de elemental justicia y sentido práctico, permitiría liberar un cúmulo de esfuerzos y recursos económicos que se emplean cada año en lidiar con este problema recurrente.

La controversia no va a desaparecer como sugieren algunos, con la privatización del sector eléctrico. Por el contrario, se corre el riesgo de que el problema sólo se agrave pues se manejarían conceptos de rentabilidad que poco o nada tienen que ver con los de interés social. Y si se tienen dudas respecto a esta posición cabe preguntarse, ¿Qué nos hace pensar que, después de tantos años en que el Estado ha sido incapaz de aplicar una solución definitiva a un problema socialmente grave, el sector privado vaya a resolverlo?

La manera como se ha manejado el tema de las tarifas eléctricas en Mexicali, no sólo refleja la poca responsabilidad que asumen nuestros gobernantes frente a los graves problemas sociales que aquejan al país sino también, la necesidad que persiste en cuanto a los cambios que se deben aplicar a las estructuras política y de gobierno, que permitan encontrar y aplicar mejores soluciones.

Viernes 25 de febrero de 2005.

 
 

    

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