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La Demanda que Falta en el Caso del Todo Americano

Enrique M. Rovirosa

Después de transcurridos varios años y haber erogado una suma millonaria, el Consejo de Desarrollo Económico de Mexicali, A.C. (CDEM) está a punto de perder la batalla legal que emprendió en las cortes judiciales de los Estados Unidos, en un loable esfuerzo por evitar que se lleve a cabo la obra de revestimiento del canal alterno al Todo Americano y la cual significará privar al Valle de Mexicali de más de 83 millones de metros cúbicos de agua que se filtran al subsuelo al año y que actualmente se aprovechan para fines agrícolas.

Está claro que dicho proyecto tendrá un impacto negativo, de alcances históricos, en el desarrollo económico y social de Baja California.

No obstante, es necesario destacar que el gobierno federal se ha esforzado en restar importancia a esta realidad. Esto quizá, en un afán de justificar su falta de acciones concretas encaminadas a defender los derechos que se están violando en perjuicio de nuestro país ó, en el peor de los casos, para ocultar una traición más a nuestra ya muy maltrecha soberanía nacional.

Esta semana, el titular de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), José Luís Luege Tamargo, reconoció que el revestimiento del Canal Todo Americano por parte de los Estados Unidos tendrá efectos negativos sobre el medio ambiente de nuestro país y que ello, viola acuerdos bilaterales asumidos por Washington.

Hizo referencia específicamente a la fracción 5 de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (Aspan), firmada por los presidentes Vicente Fox, George Bush; y el entonces primer ministro de Canadá, Paul Martín, el 23 de marzo del 2005. Añadió que de acuerdo con este mecanismo trilateral, los gobiernos de los países firmantes están obligados a realizar estudios de impacto ambiental en obras transfronterizas.


Y si bien no se refirió al Tratado Bilateral sobre la distribución de Aguas Internacionales firmado en 1944 entre México y Estados Unidos y a la Acta 242 que se adicionó al mismo en 1973, éstos señalan que ambos países “se consultarán recíprocamente antes de emprender, en el área fronteriza de sus respectivos territorios, cualquier nuevo desarrollo de aguas superficiales o aguas subterráneas, o de emprender modificaciones substanciales de sus desarrollos actuales, que pudieran afectar adversamente al otro país.”

El reconocimiento de Luego Tamargo sobre los efectos nocivos de la citada obra de revestimiento además de “poner el dedo sobre la llaga” como reza el refrán popular, constituye una aceptación tácita de la ineficiencia e ineficacia del gobierno federal para defender nuestros intereses en materia del preciado liquido.

De manera especifica, corresponde a la Secretaría de Relaciones Exteriores la obligación de vigilar y emprender las acciones necesarias para evitar todo aquello que pudiese resultar de perjuicio al país. Y si no lo hace, como ha sucedido en el caso del Todo Americano, existen responsabilidades que requieren ser aclaradas y, en su caso, sancionadas.

La información que se tiene hasta ahora, indica que la dependencia encargada de nuestro trato con el exterior, no ha utilizado los recursos a su disposición para evitar la citada obra como es, por ejemplo, la protesta a través de nota diplomática o, en su caso, el acudir a organismos internacionales encargados de dirimir los conflictos entre países. Así, han pasado años desde que se conoció del problema y las autoridades no hicieron, y siguen sin hacer nada de trascendencia al respecto.

Hasta ahora, las autoridades federales han enfocado sus trabajos hacia la búsqueda de paliativos de solución, que tienen que ver más bien con acciones tendientes a mitigar los efectos adversos del proyecto más no evitar que éstos ocurran.

El CDEM inició su lucha legal en contra del encementado del canal durante el gobierno de Vicente Fox, lo que prueba que el Secretario de Relaciones Exteriores en turno no hizo lo que su cargo demandaba, pues dejó en un organismo civil la defensa de los intereses del Estado. Y en lo que va de la administración de Felipe Calderón, las cosas no parecen ir mejor: mucha retórica pero nula acción.

Bajo este estado de cosas, sería deseable que el propio CDEM u otra organización civil o política del país iniciara una demanda, por la vía procesal que corresponda, en contra de quien o quienes resulten responsables; entre otros, por perjuicio y omisiones graves en contra del patrimonio nacional, cargos que están contemplados en la Ley Federal de Responsabilidades de los Funcionarios Públicos.

Ojalá y el entusiasmo que se tuvo para arrancar el proceso judicial en contra del gobierno norteamericano se repita y sirva para hacer lo propio en contra de aquellos servidores que ya demostraron haber incurrido, al menos, en faltas administrativas por omisión y, en un extremo, hasta en traición a la patria.

Si deseamos en verdad vivir en un país democrático y de leyes, necesitamos no sólo exigir cuentas claras a quienes nos gobiernan sino que se apliquen castigos ejemplares cuando corresponda. Por el bien de las generaciones futuras, los sucesos que se han dado en torno al Todo Americano exigen que así se haga.

Viernes, 11 de mayo de 2007.

 
 

    

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