Enrique
M. Rovirosa
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en una de
sus acepciones, define que artista es la “Persona que
actúa profesionalmente en un espectáculo teatral, cinematográfico,
circense, etc., interpretando ante el público”.
Por otra parte, la misma obra especifica que estadista es
una “Persona con gran saber y experiencia en los asuntos del Estado”.
Como puede apreciarse, en términos de sus definiciones queda claro el
contraste que existe entre una y otra persona, pues mientras uno realiza actividades
destinadas a divertir y distraer, el otro se orienta a atender los asuntos propios
al buen funcionamiento del Estado.
No obstante, en México pareciera que la diferencia que llevan estas
palabras no es aplicable a nuestros gobernantes, pues cada vez resulta más
difícil distinguir la línea que debe separar su principal quehacer.
Y es que, en aras de quedar bien con la sociedad, buscan a través de la
actuación ser cada día más populares aunque no necesariamente
populistas.
No se usted, pero en mi memoria aún está presente el rostro del
Presidente Vicente Fox, pintado con los colores nacionales y echando porras en
compañía de su familia durante uno de los encuentros que tuvo nuestra
selección de futbol, en el campeonato mundial celebrado en Alemania en
el 2006.
Y lo mismo, la imagen de Felipe Calderón, volando de palomita durante
una “cascarita” con miembros de su staff y ex futbolistas profesionales
en un encuentro amistoso con reporteros, fotógrafos y camarógrafos
que cubrían su campaña por la presidencia en el mismo año.
En el ámbito local, quien puede olvidar al actual presidente municipal
de Mexicali, Rodolfo Valdez Gutiérrez, en sus spots televisivos durante
su campaña política en los que aparecía vestido de policía
así como de trabajador de limpieza y obras públicas.
Y en fecha más reciente, no podría pasar desapercibida la foto
en que aparecen los gobernadores de los estados fronterizos del norte de nuestro
país: José Guadalupe Osuna Millán, de Baja California; Humberto
Moreira, de Coahuila; José Natividad González Parás, de Nuevo
León y Eduardo Bours Castelo, de Sonora, acompañando al gobernador
del Estado de California, Arnold Schwarzenegger; todos ellos vestidos con el atuendo
que caracterizó al famoso cineasta durante la cinta Terminator. Esto, durante
la XXVI Conferencia de Gobernadores Fronterizos de México y los Estados
Unidos.
En todos estos casos, nadie podrá negar que se trató de episodios
propios para la foto.
No obstante, hay que señalar que más que el vestuario que llegan
a utilizar ocasionalmente nuestros gobernantes, lo que en verdad llama la atención
son los montajes escenográficos que nos brindan en muchas ocasiones así
como los diálogos y posturas estudiadas que adoptan cuando filman sus mensajes.
Y para asegurarse de que algunas representaciones no se utilicen para otros
fines, ahora está de moda que durante entrevistas grabadas en campo, ayudantes
procedan a colocar un fondo con las siglas de la dependencia u órgano de
gobierno al que pertenecen. ¿O será que con ello buscan dar cumplimiento
a las disposiciones que rigen al IFE respecto a la prohibición de promover
su imagen personal?
En este estado de cosas podemos dar por hecho que en México si ha habido
algunos cambios aunque no necesariamente para mejorar las cosas.
Así, a la expresión de los “tecnócratas perfumados”
(profesionistas que se distinguían por vestir de manera impecable trajes
marca armani y utilizar perfumes caros) que tanto se escuchó en las administraciones
de los presidentes Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León,
habrá que agregar ahora la de gobernantes artistas o actores.
Pero no me mal interprete, de ninguna manera pretendo denostar la profesión
de un artista o la de un estadista, sino sólo llamar la atención
a hechos de curiosidad que hoy se nos presentan.
Es justo reconocer que a lo largo de la historia, hombres que se distinguieron
como estadistas también lo hicieron por su grandeza como compositores,
trovadores y artistas. Ahí están los ejemplos de Federico de Prusia,
Enrique VIII, Isabel I de Inglaterra y Alfonso el Sabio de España, por
mencionar a algunos.
No obstante, desgraciadamente también hay otros jefes de estado que
si bien demostraron tener grandes cualidades artísticas, terminaron despidiéndose
con un legado de sufrimiento, destrucción y odio... Nerón, Hitler
y Mussolini, entre otros.
Ojala y nuestros gobernantes de hoy, hayan obtenido su inspiración artística
de aquellos ejemplos históricos magnánimos, pues no hay nada peor
que tener que pagar por asistir a una obra teatral con un mal elenco y de tema
fastidioso.
La corrupción tiene muchas facetas. El hacerse pasar por otra persona
es una de ellas, pues significa que se utiliza la mentira y la artimaña
como medio para lograr algún propósito. Los políticos mexicanos
o de cualquier otro país que recurren a la actuación para alejar
a sus gobernados de la verdad de las cosas, incurren en un acto de corrupción.
Y si bien en ocasiones sus realizaciones pueden resultar chuscas, no por ello
dejan de ser un signo más de la descomposición que les invade.
Miércoles, 29 de octubre de 2008. |