| Enrique 
M. Rovirosa  Sólo en México pueden registrarse casos de corrupción, 
a la vista de todos, sin que las autoridades responsables de evitar y sancionar 
este tipo de sucesos hagan lo más mínimo de lo que se espera de 
ellas. Y como dice el refrán popular “para muestra un botón”. El año pasado, el presidente municipal de Mexicali, Rodolfo Valdez Gutiérrez, 
firmó un contrato por valor de poco más de 61 millones de pesos 
con una empresa de nombre “Ecopavements”. Dicho arreglo permitiría 
llevar a cabo el reciclado de 800 mil metros cuadrados de pavimento en la ciudad. 
Las obras debían iniciar en septiembre y concluirse, a más tardar, 
a finales de diciembre del mismo año. Desde su inicio, el proceso de contratación presentó serias anomalías. 
En primer lugar, no se sujetó a licitación pública como era 
de esperarse, dado el monto a invertir. En segundo, la empresa contratada era 
desconocida. Al tiempo se sabría que se trataba de una firma local de reciente 
creación, misma que fue inscrita en el Registro Público de la Propiedad 
dos meses antes de que se le asignara el contrato, por lo que era obvio que no 
contaba con la experiencia mínima que debía exigirse en una obra 
tan importante. La autoridad municipal justificó su proceder aduciendo que la tecnología 
a emplearse era de lo más avanzado en el mundo. Hizo alarde de la inversión 
de Ecopavements en la adquisición de una maquina especializada, denominada 
AR 2000, destacando que ésta tenía la capacidad de cubrir un área 
de 10 mil metros cuadrados diariamente. Asimismo, que la “Súper 
Recicladora” podía significar “un 35% de ahorro en 
costos del material y 50% de ahorro en tiempo de la ejecución de la obra.” Fue en este contexto que se cerró la negociación. No obstante, 
al llegar la fecha de terminación del contrato la firma había cumplido 
tan sólo con un 40% de la obra. Y lo más grave, los trabajos ejecutados 
presentaban serias deficiencias: el pavimento se había levantado en algunas 
partes y en otras, lucía ondulaciones y desniveles de consideración. Fueron las propias autoridades quienes se encargaron de salir en defensa de 
la citada empresa. Para ello, externaron una serie de justificantes entre los 
que estuvieron los siguientes: primero, que hubo condiciones climáticas 
adversas (mucho frío) y , segundo, que el pavimento existente en algunos 
tramos, no tuvo los espesores mínimos que exigía la maquina utilizada 
en los trabajos. Ante estos considerandos, el ayuntamiento procedió a ampliar el plazo 
del contrato hasta el mes de mayo de este año, no sin antes aclarar que 
obligaría a la empresa a cubrir las sanciones estipuladas en el contrato 
aunque sin decir en que consistían. Lo más grave de este asunto no estriba en las observaciones que se mencionan 
arriba, sino en el hecho de que gran parte del pavimento que se ha reciclado ¡No 
requería de dicho trabajo para empezar! No se necesita ser especialista en pavimentos para señalar que la avenida 
Francisco I- Madero y calzadas Justo Sierra y Cety’s así como la 
calle Argentina, todas ellas sujetas a reciclado, eran vialidades que presentaban 
las mejores condiciones para circular por la ciudad y que, cuando mucho, lo único 
que precisaban era de un mantenimiento preventivo. Al respecto, hay que señalar que el Ayuntamiento nunca presentó 
cifras sobre cual hubiera sido el costo de aplicar mantenimientos tradicionales 
versus el utilizar la "super maquina" AR 2000. Cientos de calles por todo Mexicali presentan condiciones más que deplorables 
por lo que el recurso aplicado en este contrato bien pudo utilizarse para cubrir 
necesidades más urgentes. El reciclaje de pavimentos que hizo el Ayuntamiento equivale a tirar una casa 
que tiene 5 años de haberse construido y sólo requiere leves reparaciones 
para que luzca bien. De ahí, que debe aclarar si existió un estudio 
para justificar su proceder y quien fue el que lo elaboró. Por si todo lo anterior no fuera suficiente, las autoridades han declarado 
que analizarán en su momento, la posibilidad de recontratar a la empresa 
para otros trabajos de reciclado, una vez que concluya el presente compromiso. ¡Vaya Ignominia!  En cualquier país que se jacte de ser medianamente democrático, 
ya habrían rodado cabezas ante estos hechos. En cambio, aquí no 
pasa nada y lo peor, se nos amenaza con repetir la dosis. En México más del 50% de la población es pobre y alrededor 
del 25% vive en condiciones de pobreza extrema. Por ello, no podemos permitirnos 
el lujo de derrochar los escasos recursos públicos con que se dispone. 
Tampoco callar ante actos de corrupción a la vista de todos. No deja de sorprender que sólo un puñado de reporteros se han 
atrevido a denunciar este atropello. De igual manera, que los colegios de profesionistas 
relacionados al ramo de la construcción tampoco han exigido una investigación 
a fondo. El hecho de que la empresa en cuestión sea local y, por ende, 
propiedad de personas conocidas, no la exime de responsabilidad como tampoco se 
justifica el silencio o la complicidad de quienes participamos de manera activa 
en la opinión pública.  Hay que tener claro que la corrupción es un acto criminal tan reprobable 
como el secuestro. De ahí que todos los organismos empresariales deberían 
manifestar su repudio con la misma contundencia que han exteriorizado tratándose 
del tema de la inseguridad. Es tiempo de que en México dejemos de navegar con doble bandera. Si 
en verdad queremos acabar con el crimen organizado y la inseguridad debemos condenar 
todo aquello que atenta contra nuestra libertad. Por ello, lo mismo hay que combatir 
a los criminales que a los corruptos, pues unos y otros viven a nuestra expensa 
y son una amenaza. Viernes, 1 de mayo de 2009. |