| Enrique 
M. Rovirosa Pocas veces incursiono en temas que puedan interpretarse como un confrontación 
personal. No obstante, dada la gravedad de la crisis económica que vive 
el país, he decidido hacer una excepción y correr los riesgos inherentes 
a quien se atreve a exponer públicamente sus opiniones.  Y es que considero que hay elementos más que suficientes no sólo 
para exigir la renuncia del titular de la Secretaría de Desarrollo Económico 
(Sedeco) del Gobierno del Estado de Baja California, Alejandro Mungaray Lagarda, 
sino incluso, inferir que podría haber elementos de responsabilidad suficientes 
para emprender una denuncia formal en su contra ante autoridad judicial competente, 
por omisión de responsabilidades y abuso de poder, entre otros.  Los hechos que dan lugar al planteamiento anterior son los siguientes:   Durante meses, Mungaray Lagarda ha utilizado su cargo para minimizar y ocultar 
a la opinión pública, el impacto de la crisis económica en 
la entidad, llegando al absurdo de declarar ante los medios de comunicación 
no hace más de un mes, que el Estado registrará este año 
un crecimiento en su Producto Interno Bruto de cero a 3 por ciento. Esto, pese 
a que la mayoría de los indicadores económicos con que disponemos 
presentan un resultado negativo tal que hacen prever que habrá un decremento 
del PIB que podría llegar a -6 por ciento o más.  A mediados del mes de mayo pasado, surgió una controversia por declaraciones 
que hiciera el titular de la Sedeco, pues afirmaba que no se contaba con elementos 
para saber si el Estado de Baja California estaba o no en recesión. Al 
respecto, fui entrevistado por el periódico La Crónica y declaré 
que si un colega no podía distinguir las condiciones económicas 
en las que se encuentra el Estado debería renunciar, ya que es básico 
que lo sepa para que se apliquen las mediadas correctivas para salir adelante.  El tiempo ha transcurrido y pese a un compromiso del Ejecutivo Estatal con 
el sector empresarial, Mungaray Lagarda no ha presentado un análisis de 
la situación real que guarda la economía estatal, tal y como lo 
obligan las responsabilidades inherentes a su cargo. Por el contrario, se ha dedicado 
a presentar cifras sueltas con objeto de sustentar falsos argumentos de que todo 
va bien y que Baja California será la primera entidad en aprovechar los 
beneficios que traerá consigo la recuperación de la economía 
internacional.  En épocas de relativa estabilidad económica, la postura y declaraciones 
de Mungaray bien podrían tomarse a la ligera y hasta en tono de guasa, 
pero en las condiciones actuales resultan cosa muy seria, sobre todo porque han 
generado un daño patrimonial al Estado y a la Nación.  La falta de probidad con que ha manejado la información en su área 
de competencia, ha repercutido de manera grave en la conducción de los 
asuntos económicos de la entidad.  Por un lado, hay que mencionar a aquellos empresarios afectados en sus negocios 
al dejarse llevar por la postura oficial de que no hay recesión y que todo 
marcha bien. Por otro, y el más grave, el que no se haya advertido con 
tiempo a los responsables del manejo de las finanzas públicas, tanto en 
el propio gobierno estatal como en las administraciones municipales, sobre las 
consecuencias que traería consigo la contracción económica. 
Con ello, no sólo se retrasó la adopción de medidas emergentes 
de austeridad sino que se impulsó el continuar con un gasto corriente excesivo.  Las consecuencias de esta grave omisión están a la vista. De 
acuerdo a declaraciones hechas por altos funcionarios de las administraciones 
estatal y municipales, la recesión por la que atraviesa la entidad ha repercutido 
ya en un déficit de las finanzas públicas de alrededor de 1,550 
millones de pesos (mdp), cifra que bien puede alcanzar los 2 mil mdp, si la tendencia 
de los ingresos continúa a la baja en los próximos meses, tal y 
como muchos suponemos que así sucederá.  La cantidad de 1,550 mdp se deriva de un déficit estimado en las finanzas 
del Estado por 800 mdp, más 450 mdp en las del Ayuntamiento de Tijuana, 
200 mdp en Mexicali, 60 en Rosarito y 30 en los casos de Tecate y Ensenada.  La deuda directa total del Estado a julio de este año ascendía 
a cerca de 2.2 mil millones de pesos, lo que implica que al finalizar el año 
el monto del déficit del Estado y Municipios bien podría duplicar 
esta cifra. De ser así, pasará como un hecho insólito en 
la historia de la entidad.  El incremento en la deuda estatal tendrá muchas implicaciones negativas 
para el funcionamiento de las administraciones por venir. Y es que, si la tasa 
de interés a pagar por los empréstitos que habrán de contratarse 
es, por ejemplo, del 10 por ciento, se tendrán 200 millones de pesos anuales 
menos en el ejercicio presupuestal que bien podrían destinarse a programas 
de obra pública o apoyos sociales.  Obviamente, Mungaray Lagarda no es responsable de la baja en la recaudación 
que han registrado las finanzas estatales y municipales y que explica en parte 
el déficit público que se tendrá; no obstante, al negar y 
bloquear la alerta que dábamos algunos analistas desde finales del año 
pasado en torno al desplome que tendría en 2009 la actividad económica 
en la región, no ayudó –como su cargo lo demanda- a que se 
tomaran mejores decisiones relacionadas al gasto público. Y lo más 
condenable es que, todavía la semana pasada, insistía en que se 
han hecho bien las cosas.  En mi opinión, si Mungaray Lagarda tiene un poco de ética profesional 
debe presentar su renuncia de inmediato para que otra persona mejor preparada 
que él venga y exponga a la sociedad bajacaliforniana un panorama real 
de lo que ha sucedido y lo que puede esperar en los próximos meses.   Estoy convencido de que ha llegado el momento para que los mexicanos exijamos 
rendición de cuentas a los encargados de conducir los asuntos públicos 
del país. El daño patrimonial a la nación es un asunto que 
no se ha tomado en serio, siendo que en muchas ocasiones resulta más perjudicial 
que la suma de un sinnúmero de actos individuales de corrupción.  En verdad, lamento mucho que un economista a quien creí conocer y con 
la trayectoria de Mungaray Lagarda haya fallado en la forma como lo hizo. Pero 
el país no está para más contemplaciones. Es mucho lo que 
está en juego para callar y seguir permitiendo que los encargados de los 
asuntos públicos se mantengan en sus cargos bajo el velo de la impunidad. 
En una empresa, si un trabajador comete una falta grave, ésta procede de 
inmediato a darlo de baja. Es tiempo que exijamos lo propio a quienes están 
para servirnos. Lunes, 7 de septiembre de 2009. |