Enrique
M. Rovirosa
Al enviarse al Congreso de la Unión
el paquete económico para 2005, se dio
a conocer que también se incluía
una iniciativa de reforma al artículo
115 constitucional, mediante la cual se permitiría
la reelección de presidentes municipales
en periodos consecutivos. Si bien después
se aclaró que dicho envío fue
por error -pues se trataba de un proyecto en
estudio que el Jefe del Ejecutivo todavía
no avalaba- lo cierto es que la noticia confirma
la intención de la clase política
del país de introducir cambios a la Ley
que les permita continuidad y permanencia en
el poder.
La idea de restituir la reelección no
es nueva. A finales de varios periodos presidenciales
circularon rumores en el sentido de que se quitaría
la restricción para que el mandatario
en turno repitiera en el cargo. Por fortuna,
ni el más absolutista de los presidentes
de aquellas épocas se atrevió
a modificar esta premisa que antaño,
incluirla en nuestra carta Magna, costó
decenas de miles de vidas. Pero, a raíz
de que el sistema cedió para permitir
la llegada a la Presidencia de un candidato
de la oposición, el tema dejó
de ser tabú y desde los inicios de la
actual administración se empezó
a promover el asunto como una necesidad para
completar la modernización de la vida
política nacional.
Es menester destacar que hasta ahora nadie
ha hecho referencia a que se reelija al Presidente
o Gobernadores; sin embargo, el sólo
mencionar la palabra reelección hace
que muchos piensen en que tarde o temprano esta
opción habrá de plantearse.
Si bien existen razones históricas de
peso para cuestionar seriamente la reelección,
es necesario puntualizar con detalle las ventajas
y desventajas que esta acción pudiera
tener para el país. Pero antes, es justo
y necesario recordar que si bien el lema "Sufragio
Efectivo. No Reelección" (mismo
que se repite al final de todos los documentos
oficiales) obedeció al llamado revolucionario
que hiciera Francisco I. Madero, en su Plan
de San Luis para derrocar a Porfirio Díaz,
la limitación que impuso no se hizo extensiva
a legisladores y presidentes municipales en
la Constitución de 1917. Fue hasta el
año de 1933 cuando el Presidente Plutarco
Elías Calles promueve ampliar la restricción
para centralizar, según se afirma, la
autoridad en torno al partido hegemónico.
Los defensores de la reelección hacen
alusión a este último hecho y
agregan que en un sistema como el que tiene
México hoy, en donde el sufragio efectivo
es ya una realidad, el tema de la no reelección
sale sobrando. Consideran como punto central
a favor, el que la reelección permitiría
la rendición de cuentas y responsabilizaría
a los actores políticos ante la ciudadanía
por sus actos u omisiones.
Hacen alusión también, a que
la reelección es una practica común
en la mayoría de los países democráticos.
Y que no debe perderse de vista que esta posibilidad
no garantiza el triunfo electoral por lo que
tampoco significa la permanencia en el poder.
Cuando se refieren al caso especifico de legisladores
señalan otras ventajas como son: el que
las lealtades de éstos se reorientarían
hacia sus representados en vez de tenerlas hacia
las cúpulas partidistas; que la permanencia
serviría de estímulo para que
se especializaran en temas legislativos y, que
aumentaría el grado de independencia
con respecto al ejecutivo y otras instancias
de poder fáctico.
Y cuando hacen alusión a los presidentes
municipales señalan que el periodo actual
de tres años es un plazo muy corto pues,
cuando apenas empiezan a tener la experiencia
para administrar los ayuntamientos se ven obligados
a dejar sus cargos, lo que ocasiona que cada
tres años se reinvente el gobierno municipal.
Por su parte, lo que se oponen a la medida
afirman que la reelección produciría
oligarquías políticas que podrían
eternizarse en los cargos. Y advierten que lo
que se pretende con esta medida es abrir el
debate para la reelección presidencial
y de gobernandores.
Argumentan que quienes ya ocupan un cargo tendrían
ventaja sobre sus adversarios por lo que se
fomentaría una menor competencia electoral.
Y destacan que la no reelección ha permitido
estabilidad política al fortalecer la
unidad y la disciplina partidista.
En el caso especificio de los legisladores,
agregan que la propuesta individualizaría
su trabajo lo cual haría más fácil
que se controlara y corrompiera a las Cámaras.
A nivel de municipios, la fuerza económica
de ciertos sectores o personajes haría
más fácil el surgimiento y fortalecimiento
de cacicazgos locales.
Varios de los argumentos de los que favorecen
la propuesta si bien resultan válidos
para mejorar el trabajo que se realiza, no son
opciónes únicas en ese sentido.
Asi, quienes se oponen resaltan también
que si lo que se busca es fortalecer el trabajo
parlamentario, basta con aumentar sus atribuciones
y profesionalizar las estructuras de las comisiones.
Otra acción para mejorar la calidad
de quienes llegan a los cargos de elección
tiene que ver con la necesidad de efectuar cambios
en los mismos sistemas de elección interna
de los partidos. En este sentido, hasta ahora
este tema se ha tocado muy poco. Pero es un
hecho que la competencia y la democratización
al interior de los partidos puede y debe de
avanzar más allá de los niveles
que se tienen ahora.
Y en el caso de los municipes, lo primero que
salta a la vista es ques si los periódos
actuales resultan muy cortos, la respuesta más
lógica sería aumentarlos de tres
a cuatro o más años. Es verdad
que los ayuntamientos se reinventan cada tres
años pero, esto no es resultado de que
no exista la reelección sino más
bien a la falta de esquemas orientados al fortalecimiento
de las estructuras, a la practica de pagar favores
mediante el reparto de los puestos en la administración,
el nepotismo y, en general, a la corrupción.
Así, los municipios se verían
mucho más beneficiados con una mejoría
sustancial a los sistemas de administración
así como a la introducción del
servicio civil de carrera. Y esto también
es extensivo a las administraciones estatales.
En general, el planteamiento que se hace en
este sentido muestra la confusión que
hay en cuanto a lo que es y debe ser la conducción
de la administración pública versus
la definición de los asuntos políticos.
En nuestra opinión, la discusión
de la reelección se justificaría
plenamente si, y sólo si, los procesos
democraticos en México estuvieran consolidados.
En este sentido, sólo los ingenuos se
atreven a afirmar que hemos logrado este nivel.
Hechos muy recientes relacionados a los procesos
electorales en Aguascalientes, Baja California,
Oaxaca y Veracruz, por mencionar algunos, permiten
confirmar que estamos muy lejos de este propósito.
Y no se diga de los acontecimientos en el el
recinto legislativo ante el informe presidencial,
en el que se dieron muestras muy claras de la
falta de civilidad, respeto y tolerancia hacia
todo lo que significa democracia.
Y si bien no se puede negar que se han tenido
avances significativos desde 1996, con la creación
de un Instituto Federal Electoral y 32 institutos
electorales estatales y del Distrito Federal
que supervisan y organizan de forma autónoma
los comicios electorales así como también
la creación de un Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación que
resuelve cómo órgano de última
instancia las impugnaciones a las calificaciones
de las elecciones locales, lo cierto es que
el plazo que tienen en funciones es insuficiente
para probar que el sufragio efectivo ya está
garantízado en nuestro país.
La situación económica aunado
al clima político en estos momentos,
hacen prever que la sucesión presidencial
será una dura prueba para nuestra incipiente
democracia. De ahí que muchos no concebimos
como prioriitario traer a la discusión
el tema de la reelección. Menos aún,
que sea el Ejecutivo quien lo esté impulsando
dado que lo único que hace con ello,
es atraer sospechas sobre sus verdaderas intenciones.
En este contexto, la clase política
debiera tener como prioridad demostrar que tiene
un autentico interés por aportar formulas
que ayuden a resolver los problemas del país
y no -como es la percepción generalizada-
que únicamente busca provechos coyunturales.
Como en muchos otros temas que conciernen al
país, la reelección debiera formar
parte de un esquema integral, en este caso,
orientada a una verdadera Reforma Política
y de Estado. Pero esto se ve muy dificil pues
al parecer no hay quien asuma el liderazgo en
favor de una visión que vaya más
allá de los intereses de unos cuantos.
Viernes 10
de septiembre de 2004. |