Enrique
M. Rovirosa
Es un hecho que la crisis de los créditos
hipotecarios de alto riesgo en los Estados Unidos
de América (EUA) ya tuvo sus primeros
efectos negativos no sólo en México
sino en prácticamente todo el mundo.
En últimas fechas, los principales mercados
de valores internacionales han registrado un
nerviosismo tal, que ha sido necesaria la intervención
de varios bancos centrales para evitar que las
condiciones negativas se agudicen.
La perspectiva para el corto y mediano plazos
apunta a que el problema no desaparecerá
del todo. Si bien hay opiniones encontradas
respecto a los efectos en cadena que pueden
llegar a generarse, existe consenso en el sentido
de que la economía estadounidense habrá
de registrar una desaceleración económica,
de alrededor de un punto porcentual en este
año.
En 2005, el Producto Interno Bruto (PIB) de
los EUA creció 3.1%, en 2006 se redujo
a 2.9% y el pronóstico para 2007 es de
que será menor a 2.0%.
Para el 2008, si se logra inyectar confianza
y dinamismo, se espera que haya una recuperación
que permita una expansión de alrededor
de un 2.8%.
Como señalé líneas arriba,
en nuestro país los efectos de la desaceleración
norteamericana ya se han dejado sentir.
Durante el primer trimestre de este año,
el PIB registró un crecimiento de 2.6%,
mientras que en igual periodo del año
pasado fue de 5.5%. Para el segundo trimestre,
la expansión fue de 2.8%, cifra que contrasta
también con el 4.9% que se tuvo en igual
lapso del año previo.
En 2006, la economía mexicana tuvo un
crecimiento anual de 4.8%. En el programa económico
para este año, la Secretaría de
Hacienda proyectó un crecimiento de 3.6%.
En su última revisión, Banamex
estima que se logrará un 3.2%, mientras
que el consenso de diversas organizaciones privadas
lo coloca en un 3.0%
En este contexto, no puede pasar desapercibido
el optimismo que ha manifestado el gobierno
del estado de Baja California, en el sentido
de que espera que este año la economía
de la entidad registre resultados similares
a los del año pasado.
Recientemente, el secretario de Desarrollo
Económico declaró que se logrará
una meta de crecimiento del PIB estatal casi
igual al 8.5% que se calcula se obtuvo en 2006.
Con ello, considera que se podrán lograr
las metas que se fijó la dependencia
a su cargo, relativas a generar un total de
45 mil empleos y captar una inversión
de, al menos, 2 mil millones de dólares.
En mi opinión resulta sumamente difícil
que se repitan las condiciones favorables del
año pasado y, por ende, que se registre
una tasa similar de crecimiento económico.
Como mencioné, la incertidumbre que
ha generado la reciente turbulencia financiera
hace prever un crecimiento menor para la economía
estadounidense. En particular, se considera
que habrá una incidencia desfavorable
sobre la reactivación manufacturera en
ese país. Este resultado podría
reflejarse a su vez, en una baja creciente en
los pedidos para la industria maquiladora de
exportación en nuestra entidad, si no
en el tercero seguramente a partir del cuarto
trimestre.
Lo anterior implicaría menos utilización
de mano de obra, en particular, de tipo eventual.
De acuerdo a cifras del Instituto Mexicano
del Seguro Social (IMSS), en los primeros seis
meses de este año, se habían generado
un total de 18,357 empleos formales en la entidad,
cifra que contraste con los 28,820 que se registraron
en igual periodo del año pasado, es decir,
una diferencia de 10,463 plazas.
En términos anualizados, de julio del
2006 al mismo mes de 2007, el número
de nuevos empleos sumó 21,245. En igual
periodo correspondiente al 2006, la cifra fue
de 45,602 plazas. Una diferencia de 21,357 empleos.
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática (Inegi),
la tasa de desocupación promedio en Baja
California durante la primera mitad de este
año fue de 2.1%, mientras que en igual
periodo del 2006 fue de poco menos de 1.5%.
Los datos que dan ambas fuentes confirman una
fuerte caída en el año, por lo
que a generación de empleos se refiere.
Desafortunadamente, las condiciones previstas
para los próximos meses no hacen pensar
en una recuperación significativa de
los números.
Y es que hay otros elementos económicos
no favorables para el Estado que deben tomarse
en cuenta.
En materia turística, el número
de visitantes extranjeros seguramente se mantendrá
en condiciones de bajo estancamiento o retroceso
derivado de 3 factores adversos.
Primero, el problema de inseguridad que se
vive en la entidad y que ya ha sido motivo para
que el gobierno norteamericano haya emitido
una alerta a sus ciudadanos para que tengan
mucho cuidado cuando viajen a ciudades mexicanas
en la franja fronteriza. Los dispositivos de
seguridad que se han adoptado en la localidad,
entre los cuales destacan los retenes militares,
en nada ayudan a mitigar los efectos de esta
alerta.
Segundo, se tiene el retraso en los cruces
en la línea fronteriza hacia el vecino
país. Si bien este es un problema que
han ocasionado las revisiones más intensas
por parte de las autoridades norteamericanas,
el resultado es que se vuelve muy incomodo para
los turistas el tener que soportar largas filas
para regresar a su país. Para muchos,
este problema hace poco atractivo el venir de
paseo.
Tercero, el problema de la corrupción
que está por doquier y que en última
instancia se refleja en el actuar de las autoridades
encargadas de administrar y procurar la justicia.
Los turistas extranjeros saben de razones de
sobra para temer a los policías mexicanos.
Así, el promedio de ocupación
hotelera en el estado, durante el periodo enero
a junio de este año, fue de 44.5%, mientras
que en igual lapso del 2006 fue de 48.1%, una
diferencia negativa de casi cuatro puntos.
En el Estado de California, durante el pasado
mes de julio la venta de casas nuevas y usadas
cayó 27.4%, lo que significó que
este fuera el mes más débil desde
1995.
El comportamiento adverso del mercado de casas
en el vecino estado del norte no es buena señal
para quienes se dedican a la venta de bienes
inmuebles turísticos, sobre todo en el
corredor Tijuana-Rosarito.
Los directivos de la Asociación de Profesionales
Inmobiliarios de Tijuana (APIT), ya han manifestado
en diversas ocasiones su preocupación
de una caída en sus ventas hasta de un
50% en este año. Si bien no es probable
que se llegue a un descenso tan pronunciado
al final del año, es un hecho que inversionistas
tomarán las precauciones que amerita
la baja en el mercado y reprogramen las fechas
de nuevas inversiones.
Lo mismo puede decirse para quienes se desenvuelven
en el mercado de naves industriales. Es cierto
que muchos ya han hecho inversiones para incrementar
los espacios de reserva, no obstante, es probable
que sean más cautelosos tratándose
de decisiones para nuevos proyectos.
De acuerdo con cifras de la Secretaría
de Economía, la inversión extranjera
directa (IED) captada en la entidad durante
el primer semestre de este año fue de
433.8 millones de dólares, cifra menor
en 2.5% a los 444.9 millones de dólares
que se obtuvieron durante el mismo periodo del
2006.
La baja del mercado hipotecario en los EUA
hace prever un descenso en la construcción
de casas nuevas. Esto, a su vez, habrá
de traducirse en un descenso en el empleo en
este sector, donde precisamente se emplean muchos
de nuestros emigrantes no documentados.
Si bien las remesas que envían los mexicanos
residentes en el extranjero a Baja California
no es de gran trascendencia (232 millones de
dólares en 2006), no puede soslayarse
el hecho de que este factor se agrega a las
condiciones no óptimas que inciden en
el crecimiento de la entidad.
De acuerdo a estimaciones del Centro de Estudios
Económicos del Sector Empresarial de
Mexicali (CEESEM), con base a informes del INEGI,
en 2005 había poco más de 106
mil residentes en el estado que se empleaban
legalmente en los EUA.
Es seguro que muchos de éstos, vean
sus ingresos disminuidos ante un proceso de
desaceleración como el que se prevé
para los próximos meses, afectando así
su poder adquisitivo en este lado de la frontera.
Bajo el panorama anterior, si bien resulta
difícil estimar en términos numéricos
el impacto que tendrá para Baja California
la crisis hipotecaria en los EUA, no queda duda
de que sus efectos adversos habrán de
reflejarse en la actividad económica
local.
Por principio, es casi un hecho que la tasa
de crecimiento del PIB estatal de este año
será inferior a la registrada en 2006.
Con las reservas del caso, me inclino a pensar
que será, al menos, un punto porcentual
menor.
Lo mismo puedo decir sobre el empleo. Creo
que a finales de año habra una diferencia
a la baja, de alrededor de 10 mil plazas respecto
a las que se generaron el año pasado.
En general, el problema de la crisis hipotecaria
norteamericana no estriba en el hecho ineludible
de que repercutirá en una disminución
de la tasa de crecimiento del PIB, del empleo
o la inversión del Estado, sino en la
posibilidad de que las condiciones económicas
adversas se mantengan por más tiempo
del estimado y, con ello, nos lleven a un desliz
mayor. Habrá que esperar.
Viernes,
24 de agosto de 2007. |