Enrique
M. Rovirosa
El miércoles 18 de los corrientes, el presidente Felipe Calderón
anunció “el congelamiento” de los precios de más de
150 productos alimenticios industrializados, procesados o de conserva como resultado
de un acuerdo alcanzado con la Confederación de la Cámaras Industriales
(Concamin).
La acción durará hasta el 31 de diciembre e incluye diversas
marcas de aceites, de frijoles preparados, de atún en lata, jugos, sopas,
salsas, café con leche y otros productos básicos que, en palabras
del primer mandatario, “son de enorme consumo popular”.
En el caso del aceite y de la harina de trigo, sus precios no subirán
de aquí a julio o incluso hasta agosto. Y se prevé que, “si
no hay aumentos indiscriminados en los insumos de estos productos”,
la medida también continúe hasta diciembre.
Los dirigentes de otras organizaciones, como es la Asociación Nacional
de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), se sumaron a este compromiso
y al siguiente día anunciaron su disposición para hacer efectivo
a sus clientes el acuerdo de no aumentar hasta el próximo 31 de diciembre,
los precios de diversos productos de consumo generalizado, “en tanto
sus proveedores los mantengan sin cambio”.
Así, pareciera que una parte del sector privado organizado tomó
conciencia de la creciente inflación que ha aquejado a los alimentos en
el país en los últimos meses, como consecuencia del disparo de los
precios en los mercados internacionales de varios “commodities”
y con ello, mostrar su solidaridad con la sociedad mexicana.
No obstante, la respuesta no fue bien recibida por todos, pues algunos la consideraron
tardía y de poco impacto en el esquema generalizado de precios. Más
aún, no faltó quienes la calificaran de demagógica, destacando
entre éstos el ex candidato presidencial Andrés Manuel López
Obrador.
Lo primero que llamó la atención de unos fue que el Presidente
se refirió a más de 150 productos, siendo que la lista que dio a
conocer más tarde la propia oficina de la Presidencia, incluía sólo
24 productos desglosados en 140 presentaciones correspondientes a 34 marcas.
Por otra parte, es de sobra conocido que el aumento de los precios contemplados
en el acuerdo ya se dio, sobretodo en los primeros meses del año. De ahí
que no se sepa cuál es en realidad la aportación que están
haciendo las empresas firmantes del acuerdo.
¿Incurrirán en pérdidas o sólo habrán de
sacrificar ganancias marginales?
En caso de constituir una carga para ellas, no hay que olvidar que la experiencia
indica que se generan distorsiones en los mercados que, en el mediano plazo, derivan
en mayores aumentos de precios.
En este caso, el plazo fijado para mantener controlados los precios es relativamente
corto, por lo que su efecto será también de poca duración.
No obstante, el incremento a partir de ese momento podría ser mayor.
Un análisis realizado por Grupo Citigroup-Banamex destacó que
el listado de productos incluidos en el acuerdo tiene un peso de tan sólo
de 0.8% en el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC). Agrega que
únicamente el jitomate tiene un peso de 0.49 por ciento en dicho indicador,
es decir, más de la mitad de lo que implican los 150 productos anunciados.
Hace unas semanas, los representantes de los productores de atún enlatado
señalaban que debido a las características del mercado demandante,
no veían factible repercutir los costos que habían tenido sus insumos
(especialmente el de la lámina) en los precios del producto, ya que la
reacción de los consumidores podría significarles una fuerte disminución
de sus ventas (alta elasticidad-precio). Por ello, ya habían decidido que
harían los ajustes pertinentes de manera gradual.
Así, el congelamiento de precios del atún enlatado responde más
una decisión impuesta por las condiciones propias del mercado y no como
respaldo a las clases más necesitadas.
Aunque no se tiene información de los representantes de otros productos
contenidos en la lista -respecto a las estrategias de precios que les impone el
mercado como sucede en el caso del atún- las elasticidades-precio que presentan
muchos de ellos así como la competencia de productos sustitutos, obliga
a que sean más prudentes, tratándose de elevar los precios. Tal
es el caso, al menos, de las 42 presentaciones de bebidas que se incluyen en el
listado, así como las 16 de té en bolsa, y las 10 de sopas y 16
de frijoles enlatados.
En mi opinión, estas 84 presentaciones, es decir, más de la mitad
de los 150 que se incluyeron en el acuerdo, en las condiciones actuales, estarían
obligadas a seguir el mismo patrón que el atún, es decir, aguantar
los precios bajo la premisa que de no hacerlo, correrían el riesgo de perder
una participación importante del mercado, con todas las implicaciones de
costos que esto conlleva.
En estas circunstancias, el acuerdo se vuelve más que ventajoso para
las empresas participantes, pues podrán explotar los beneficios que ello
seguramente les representará en sus próximas campañas publicitarias
de “apoyo a la economía familiar”.
Por otra parte, no puede uno dejar de pensar en las posibles consideraciones
de índole político detrás del acuerdo. Por un lado, está
el tema del debate sobre la reforma energética y, por otro, las elecciones
legislativas en el 2009.
El Ejecutivo Federal buscará por todos los medios evitar que haya condiciones
que hagan ruido a las iniciativas de reformas a Pemex, en tanto no se lleven para
su votación al pleno de ambas cámaras legislativas. Sería
un suicidio político tener en las calles a manifestantes no sólo
en contra de la reforma petrolera sino también en protesta por la carestía,
pues podrían convertirse en mancuerna para desatar al México bronco
que todos tememos.
Por otro lado, si bien el proceso electoral del año entrante parece
distante, el PAN ya dio muestras de empezar a prepararse para ello, con los cambios
de dirigencia a su interior y en el Senado. Es obvio que muchos empresarios no
sólo tienen preferencias personales por este partido, sino intereses que
defender por lo que les conviene que mantenga el liderazgo legislativo en el 2009.
En estas condiciones, si bien nadie puede negar que el acuerdo que anunció
el presidente Felipe Calderón representa al menos un intento por mantener
en línea los precios de los alimentos, tampoco puede afirmar que será
una solución. Surgen dudas también respecto a las razones para emprender
una política de “controles voluntarios de precios”
junto a subsidios generalizados a los energéticos, sobre todo de un gobierno
que emana de un partido que siempre ha pugnado por menos intervención del
Estado y que los apoyos estén dirigidos a quienes más los necesitan.
Sábado, 21 de junio de 2008. |