Enrique
M. Rovirosa
No hace mucho, yo era de los que pensaba que el periodo presidencial en México
-limitado a seis años- era mejor que el de los Estados Unidos de América
en dónde abarca cuatro años pero con posibilidad de reelección
por un periodo más, para un total de hasta ocho años. Los pésimos
desempeños de los presidentes Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón
Hinojosa, me han hecho cambiar de opinión.
Confieso que mi decepción con Fox fue tal, que consideré que
pasarían muchos años antes que el país tuviera que verse
en la disyuntiva de padecer una administración tan mala como la de él.
Sin embargo, me equivoqué. Y es que aun no se cumplen cuatro años
de la gestión de Calderón, y ya estoy convencido que su administración
supera con creces los errores de su antecesor. Es más, pienso que su labor
ha sido tan desafortunada que ya es merecedor del título de peor presidente
de México en los últimos 40 años. Y es que con ningún
otro se avizoró la posibilidad de afrontar un Estado fallido, como sucede
hoy.
Bajo esta premisa, me inquieta que a Calderón le queden poco más
de dos años al frente del país, pues no da muestras de estar dispuesto
a cambiar las estrategias, objetivos y prioridades fracasadas que ha perseguido
hasta ahora. Menos, de ocuparse de la opinión de aquellos que disentimos
de la forma como ha manejado las cosas. En los años que le restan bien
podría cometer -como diría Fox- “más tonterías”.
Cuando reflexiono sobre lo que ha hecho Calderón a la fecha, por más
que busco aquello que podría calificarse de trascendental y positivo la
verdad, no logro recordarlo y sólo vienen a mi mente los deslices. Por
desgracia, éstos últimos superan todo lo bueno que ha hecho.
El primer error de Calderón estuvo en la conformación de su
gabinete. Puso a personas que si bien eran de su confianza no tenían el
perfil necesario para lidiar los retos que tendrían que afrontar en sus
respectivos cargos. Esto quedó plenamente demostrado en los años
que siguieron y a pesar de algunos ajustes hechos en el camino, los reclamos por
falta de liderazgo y conocimiento de varios miembros de su equipo continúan
hoy día. El amiguismo y el pago de facturas han sido la regla y no la excepción
en este terreno.
Su segunda falla fue comprometer al ejército a una lucha para la que
no estaba preparado y que, en esencia, significaba violar el Estado de Derecho.
Con esta decisión, independientemente de los resultados que obtenga finalmente,
el presidente ya se ganó un sitio distinguido en la historia por ser quien
combatió la ilegalidad utilizando como arma principal la ilegalidad.
La lista de traspiés que vinieron después pareciera interminable.
En materia de política exterior, ésta se ha caracterizado por
ser pésima y errática. Sostener que "México es un
seguro contra populismos" provocó un distanciamiento innecesario
con algunos países latinoamericanos en donde sus gobiernos de izquierda
fueron elegidos democráticamente.
Por lo que respecta a la relación con el vecino del norte, el consenso
es que en el tema migratorio, lo menos que puede decirse es que el gobierno ha
actuado tibiamente. En el extremo opuesto, hay quienes lo increpan por comportarse
servilmente.
En el tema energético, la tragedia que vive el Golfo de México
tras la explosión de una plataforma petrolera del gigante British Petroleum
(BP), trae a relucir aquella campaña mediática que prometía
acceder al “Tesoro Escondido” con el que México resolvería
todos sus problemas, si se daba luz verde a la privatización. El costo
político que tuvo ésta marcó un distanciamiento entre el
poder Ejecutivo y el Legislativo que Calderón no ha podido superar.
Si bien es cierto que las reformas al sistema de pensiones del ISSSTE fueron
un logro importante, también lo es que marcaron el inicio de un divorcio
con el sector laboral. La huelga de Cananea y el conflicto con el Sindicato Mexicano
de Electricistas, mismo que dio como resultado la extinción de la compañía
de Luz y Fuerza del Centro, son episodios que aún no terminan. Falta hacer
el recuento del costo que significarán para el país las decisiones
asociadas a estos últimos eventos, además del efecto que pueden
tener en el mediano plazo.
Las libertades que el ejecutivo otorgó a las empresas promotoras de
outsourcing, ha tenido un costo para el erario público que asciende a miles
de millones de dólares. Tarde que temprano los mexicanos tendremos que
pagar la factura asociada a esta irresponsabilidad.
El manejo de la pandemia de gripe A (H1N1) en 2009 dejó en todo el
país un sabor amargo por la medicina que se aplicó. El sector turístico
en muchas zonas del país aún no se recupera de sus efectos perniciosos.
A poco más de un año que inició este incidente, la mayoría
pensamos que se actuó de manera precipitada y sin conocimiento pleno de
los hechos.
La crisis económica internacional -aquella que sólo significaría
un “catarrito” para nuestro país- logró que la pandemia
de la influenza pasara a segundo plano. No obstante, sirvió para poner
en evidencia la falta de pericia del gabinete económico. Asimismo, puso
al descubierto la arrogancia del gobierno quien no dudó en descalificar
la opinión de seis premios Nobel, que consideraron inadecuadas algunas
de las políticas económicas adoptadas ante la crisis.
Las promesas de campaña de Calderón giraron básicamente
en torno a tres temas: 1) promover el empleo, 2) simplificar las obligaciones
fiscales y 3) hacer más eficiente el gasto público. Por desgracia
en todos ha fallado.
En materia de empleo, al mes de mayo de este año, sólo había
logrado crear poco más de 820 mil plazas formales en todo lo que va de
su administración, siendo que se requerían cerca de 3.4 millones,
un déficit de cerca de 2.6 millones.
En el tema fiscal, es de sobra conocido el engendro que existe con el ISR,
IETU e IDE. A esta aberración se suman ahora, las complicaciones que generará
la reciente introducción de controles sobre los depósitos en dólares.
Lo mismo puede decirse del controvertido Sistema de Aforo Vehicular (Siave)
que si bien no tiene que ver directamente con el tema fiscal, al tener entre sus
objetivos evitar el contrabando hormiga, cae en este renglón. Las tardanzas
que ya ocasiona en la zona fronteriza norte lo convierten en uno de los más
importantes inhibidores para el desarrollo de la actividad turística.
En materia de gasto público, no hubo avances. Se siguió con
una política expansiva del gasto corriente en el que es característica
común el despilfarro y la no rendición de cuentas.
En lo político, Calderón ha actuado bajo el manto del presidencialismo
absolutista que tanto criticó su partido, el PAN, de los gobiernos priistas.
El anuncio que hizo sobre la eliminación de la tenencia vehicular a sólo
días de concluir los procesos electorales en distintas entidades del país,
es clara muestra de ese proceder. Asimismo, un golpe bajo a la incipiente democracia
del país.
La concesión de la fibra óptica de la Comisión Federal
de Electricidad (CFE) al Grupo de Inversionistas Telefónica-Televisa-Megacable,
si bien resuelve un problema derivado de la falta de competencia en el sector,
generó muchas dudas respecto a todo el proceso que se siguió, pues
dejó prácticamente sola al grupo ganador, excluyendo por reglamento
a los grupos de Carlos Slim y de TV Azteca.
Lo más grave fue que la licitación se realizó por 180.3
millones de pesos, cuando el servicio podría valer un total de 1,559.5
millones de pesos. Así, Grupo Televisa se apropió de un envidiable
negocio pagando apenas el 11.6 por ciento de su valor real.
En el tema de la corrupción e impunidad, el gobierno de Calderón
está reprobado. Las quejas constantes de la Comisión Nacional de
Derechos Humanos (CNDH) y el Instituto Federal de Acceso a la Información
(IFAI) en cuanto a la falta de voluntad de las instancias del Ejecutivo Federal
para ser transparentes y someterse al Estado de Derecho son una muestra de la
distancia que ha caracterizado la retorica de los hechos cotidianos.
En este contexto, podría seguir enumerando la serie de fallas que caracterizan
al gobierno de Calderón; sin embargo, para hacer una evaluación
de todo lo que se ha hecho mal en este sexenio, se requiere mucho más espacio
que el destinado en estas reflexiones. Creo, no obstante, que hay elementos suficientes
para dejar la inquietud de que el desempeño de Calderón no ha sido
lo que los mexicanos esperábamos y deseábamos. Y aunque mucho no
estarán de acuerdo conmigo en calificarlo como el peor de los presidentes,
estoy seguro que les costará mucho trabajo decir que ha sido uno de los
buenos.
Por todo lo anterior, considero recomendable analizar con más detalle
el plazo presidencial de nuestros vecinos del norte o, en su caso, retomar la
propuesta de incorporar a nuestra Constitución la revocación de
mandato.
Viernes, 25 de junio de 2010. |