Enrique
M. Rovirosa
El pasado domingo, 25 de mayo, el presidente
Felipe Calderón anunció una serie
de acciones tendientes a apoyar la economía
de las familias mexicanas ante el avance vertiginoso
que han observado los precios de los principales
productos de la canasta básica, fenómeno
inflacionario que analicé hace unos días
en el artículo titulado: “Inflación
Amenaza a los Más Necesitados“.
El programa de apoyo gubernamental se sustenta
en tres ejes: 1) medidas orientadas a
facilitar el abasto y el acceso de los consumidores
mexicanos a los mejores precios de los alimentos
en el mercado internacional, 2) medidas orientadas
a impulsar la producción de alimentos
y aumentar la productividad del campo y 3) medidas
orientadas a proteger el ingreso y fortalecer
la economía de las familias más
pobres.
Por principio de cuentas, hay que reconocer
que el gobierno federal ha reaccionado a tiempo
ante un problema que parece encaminado a alcanzar
proporciones más drásticas en
el corto y mediano plazos como resultado de
fuerzas ajenas al ámbito nacional. Además,
de que son encomiables cualesquier acciones
dirigidas a aliviar las penurias de los más
necesitados.
Dicho lo anterior, el esquema contiene aspectos
positivos y otros que hacen dudar seriamente,
no sólo respecto a la viabilidad de las
acciones sino de la intención detrás
de ellas.
Primer Eje
En el primer eje del plan de acción
gubernamental, se busca facilitar el abasto
de ciertos alimentos como son: trigo, arroz
y maíz mediante la eliminación
de todos los impuestos a su importación.
Igualmente, establece cuotas para fríjol
exentas del pago de arancel y reduce a la mitad
el impuesto para la importación de leche
en polvo.
De manera similar, se exenta del pago de aranceles
al sorgo y pasta de soya con el propósito
de bajar los costos de producción del
sector pecuario.
Con estas acciones se busca ampliar los mercados
de procedencia de los alimentos así como
mejores precios.
Hay que señalar, no obstante, que no
todo es color de rosa. Y es que los productores
nacionales podrían verse afectados negativamente,
si el precio de las importaciones resulta inferior
al que ellos pueden ofrecer, sin incurrir en
pérdidas.
Hasta ahora, hay señales de que la escalada
de precios afecta a todos los mercados internacionales.
De ahí que no exista garantía
de que el acceso a otros mercados se traduzca
en adquirir los alimentos a precios menores.
Sin embargo, hay que mencionar que si existen
productos de menor calidad que podrían
ingresar al país en forma por demás
ventajosa.
En los 80’s, México vivió
una crisis en el sector agrícola, misma
que llevó a abrir el mercado nacional
a las importaciones de maíz y leche en
polvo, entre otros. En esa época, tuvimos
una experiencia amarga pues se importó
leche contaminada (radioactiva) y maíz
destinado a uso forrajero, mismo que se vendió
para consumo de la población. Al no existir
un sistema de controles adecuados, especuladores
y timadores se aprovecharon de la situación.
Este escenario bien podría repetirse
ahora.
Segundo Eje
En el segundo eje de acciones, se elimina el
arancel a la importación de fertilizantes
nitrogenados y de todos los insumos químicos
necesarios para la producción agrícola.
De manera paralele, se otorga crédito
preferencial a los pequeños productores
para importar dichos abonos, los cuales también
podrán adquirirse a precios preferenciales
a través de Diconsa.
Se invertirá para tecnificar sistemas
de irrigación en 214 mil hectáreas
y se dará financiamiento a los productores
para la compra de activos (tractores, maquinaria
y equipos, entre otros). La bolsa destinada
para ello asciende a 20 mil millones de pesos.
En este eje, también se fortalecerán
los programas más importantes como el
Procampo, Progan, Alianza para el Campo y los
especiales de apoyo a productos sensibles como
el maíz, fríjol, caña de
azúcar y leche.
En términos generales, este eje contempla
acciones que ayudarán de manera parcial
a las necesidades del campo mexicano. A pesar
de, hay que señalar que distan mucho
de lo que se requiere, pues el abandono al que
se ha sometido al agro –en especial, a
los pequeños productores- ha creado un
rezago que no podrá resolverse aún
con una política sexenal de mayores apoyos.
Tercer Eje
En el tercer eje se brindan sustentos directos
a los más necesitados. Establece que
en las zonas de mayor pobreza, se mantendrá
el kilo de maíz a 5 pesos y el litro
de leche Liconsa a 4 pesos. Se crea el programa
alimentario “Vivir Mejor”, mismo
que viene a ser una extensión del soporte
que reciben las familias inscritas dentro del
Programa Oportunidades. Con éste, el
apoyo promedio para cada familia pasa de 535
a 655 pesos mensuales.
El beneficio de este programa abarca a 5,300
hogares, es decir, a casi 26 millones de mexicanos
y representará una erogación de
4,500 millones de pesos en el año.
En mi opinión esta parte del tercer
eje del programa de apoyo es lo más destacado
y loable, pues provee a quienes más necesitan.
Subsidio a Carburantes
Junto con las acciones antes descritas, el
presidente Calderón anunció también
que se mantendrá la política de
precios que se definió desde el año
pasado para gasolinas, diesel y gas LP. Esta
decisión se traduce en el otorgamiento
de un subsidio de aproximadamente 200 mil millones
de pesos en este año.
Aunque no se dieron cifras respecto al costo
de todo el accionar que el programa de apoyo
representa, es un hecho que en conjunto no significan
ni la tercera parte de lo que se dará
como subsidio a los energéticos.
En mi opinión, resulta lamentable y
preocupante aún más, que la decisión
sobre el uso de casi 20 mil millones de dólares
queden a criterio de un solo hombre y que el
Congreso no participe en ella, sobretodo ahora
que tanto se pregona nuestra “democracia”.
Tampoco puede pasarse por alto que esta decisión
se da precisamente cuando hay un foro de discusión
en torno a las iniciativas de reforma energética
del presidente Calderón, mismas que tienen
como justificante precisamente la falta de recursos
para modernizar a Pemex.
No debe pasar desapercibido el hecho que, con
los 200 mil millones de pesos que se destinarán
al subsidio de las gasolinas, diesel y gas LP,
México podría construir las 3
refinerías que urgen. Y que ello permitiría,
bajo el esquema de precios actuales con que
se importa la gasolina, un ahorro de alrededor
de 40 mil millones de dólares al año.
No se puede negar que los energéticos
forman parte importante de las cadenas productivas
y que el subsidio a éstas contribuirá
a evitar el aumento generalizado de los precios.
No obstante, también es obvio que con
ello no sólo se beneficia a los menos
pudientes sino aún a aquellos que podrían
pagar los incrementos de precios con un sacrificio
mínimo. Adicionalmente, la situación
de crisis alimentaría actual es inestable,
dado que depende de factores externos y nadie
sabe cuanto puede durar.
Es conocido que el partido que postuló
a Calderón, el PAN, se ha declarado enemigo
de las políticas de subsidiariedad. Durante
años, ha criticado y calificado como
“populistas” a aquellos gobernantes
priístas que utilizaron este mecanismo
de manera generalizada. Atribuyen las crisis
de los 70’s y los 80’s precisamente
a la irresponsabilidad con que los gobiernos
de Luis Echeverría y José López
Portillo, respectivamente, manejaron las políticas
de subsidios.
Por esta razón, me pregunto si ahora
el PAN utilizará la “misma
vara” para medir y calificar la decisión
que ha tomado su correligionario. O quizá
dicho Partido prefiera hacerse de la vista gorda,
dado que las elecciones para renovar el Congreso
están a la vuelta de la esquina. De ser
así, daría mucho de que hablar
a quienes creen que, tanto el presidente como
los demás políticos, toman sus
decisiones en base a los efectos que pueden
darse en aquellos grupos que protegen.
La verdad, no se cuál es la justificante
principal detrás del subsidio general
a los carburantes. Lo que si me queda claro
es que se contrapone a la ideología que
llevó a Calderpon al poder. De igual
forma, que el escaso tiempo que le llevó
tomarla, es motivo de suspicacias. Entre éstas,
que el subsidio elimina los excedentes petroleros
extraordinarios que podrían dar razón
a quienes insisten en que no hay necesidad de
inversión privada en Pemex.
A como se manejan las cosas en México,
ya nada me sorprende.
Sábado,
31 de mayo de 2008. |